Iglesias y Organizaciones basadas en Fe de LA y Caribe convocan 2do. diálogo de alto nivel para incidir ante el G20 - 2018 en Argentina
26 de octubre, 2017. El próximo 2 y 3 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, el Secretariado para América Latina y el Caribe de la Pastoral Social – Caritas (SELACC), el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (DEJUSOL-CELAM), el Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías de la Universidad de Buenos Aires (PIDESONE-UBA/Seube), el Centro Regional Ecuménico (CREAS), la Red Mundial de Ética (GLOBETHICS) y la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la República Argentina (CEPAS), convocan a participar en el "Segundo díalogo de alto nivel sobre ética y economía".
En este espacio participarán representantes de diferentes confesiones religiosas, teólogos , economistas y expertos en desarrollo de organismos multilaterales y del ámbito académico, quienes debatirán sobre tres ejes temáticos que serán centrales en la reunión del G20 que presidirá Argentina en 2018: Finanzas Sostenibles,Trabajo digno y Desarrollo Inclusivo.
Este diálogo busca generar insumos para la elaboración de un documento de incidencia ante el G20, con recomendaciones y aportes para la promoción de un modelo de desarrollo humano e integral, que incorpore el conocimiento y experiencia que tienen las comunidades de fe, las organizaciones religiosas y Organizaciones Basada en la Fe (OBF) en América Latina y Caribe, que vienen trabajando por el cumplimiento de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El encuentro contará con cuatro paneles dedicados al análisis sobre los siguientes temas:
1. Finanzas sostenibles y Desarrollo Inclusivo
2. Ética y Economia. El desafío del desarrollo humano integral
3. Futuro del trabajo y sistemas de protección social
4. La Agenda de desarrollo Sostenible en la región: Balances y desafíos.
5. El Desarrollo sotenible :La Alianza Interconfesional y el G20 Interfaith Group
En este marco también se busca conformar un Grupo de Trabajo conformado por representantes de líderes religiosos de diferentes confesiones de fe y OBF, con el fin de recoger los aportes de este diálogo y de su réplica en San Pabo - Brasil en 2018, así como ampliar la consulta sobre los temas abordados, en las redes de fe regionales. Este Grupo de Trabajo se encargará de la elaboración del documento de incidencia ante el G20.
Este espacio de carácter ecuménico e interreligioso, contará con la participación de Monseñor Jorge Lozano , Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social Argentina; Dora Ester Arce, Secretaria Ejecutiva de Justicia y Participación de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas; el Prebitero. Dr Augusto Zampini, Director de Fe y Desarrollo del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral del Vaticano; Carola Tron Urban Pastora de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata Argentina, entre otros y otras.
También participaran representantes del Think Thank del G20 (T20), del Ministerio de Desarrollo Social y de la Secretaría de Culto de la Cancillería Argentina, así como del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe -INTAL del Banco Interamericano de Desarrollo- BID.El presente evento da continuidad al realizado en el año 2016 denominado “Diálogo de alto nivel sobre arquitectura financiera internacional: ética y economía”. Las conclusiones y aportes del este primer diálogo están disponibles en este link: Ética y economía: La relación dañada.
La Pastoral Social Nacional se reunió con las dos CTA
En un clima cordial y sincero se abordaron temas tales como la importancia del diálogo entre los distintos, la necesidad de plantear una agenda social que resuma las inquietudes de la mayor cantidad de sectores posible, la situación macro y microeconómica del país, el manejo de las obras sociales, la salud pública, la pobreza y la reforma laboral, entre otros.
Monseñor Casaretto indicó tres coincidencias que surgieron del intercambio con los representantes sindicales:
• “Estamos de acuerdo con el Papa y eso es importante”.
• “La segunda coincidencia fuerte es la necesidad del diálogo. Para laIglesia el diálogo, podríamos decir, es política de Estado, es el gran instrumento para construir consensos.”
• “Lo tercero. Todos estamos preocupados por la fragmentación. Esta multiplicidad de fragmentaciones permite que los poderosos tengan más poder.”
Tanto Micheli como Yasky agradecieron la actitud de la Iglesia de propiciar instancias de encuentro con la consiguiente posibilidad de conversar y escuchar posturas diversas.
Emilio Inzaurraga destacó la condición de “testigo” de la Iglesia “en las mesas de diálogo, así funcionamos, como testigos que garantizamos que los compromisos asumidos en esas mesas, se cumplan y no sean solo maquillaje”.
Por la Iglesia Católica estuvieron presentes:
• Monseñor Jorge Casaretto, miembro de la CEPAS
• Padre Adalberto Odstrcil, secretario ejecutivo de la CEPAS
• Félix Testone, miembro de la CEPAS y CNJP
• Emilio Inzaurraga, presidente de la CNJP
• Padre Jorge Luis Lagazio, asesor del Programa Nuevos Dirigentes (ND)
Por las CTA participaron:
• Pablo Micheli
• Hugo Yasky
• Roberto Baradel
• José Rigane
• Gustavo Rolandi
• Pedro Wasiejko
• Fernando Acosta
• Ximena Rattoni
• Rita Liempe
• Dora Martínez
• Carlos Gigliotti
• Remigia Cáceres
• Pablo Reiner
• Jorge Cardelli
• Héctor Cabrera
Comunicado ante las amenazas al padre Jorge Cloro
En el día de ayer, nos enteramos de las amenazas que está sufriendo el padre Jorge Cloro, nuestro compañero en la Comisión Nacional de Adicciones y Drogadependencia, que vive y trabaja en la Parroquia Espíritu Santo del Barrio IAPI, en Bernal Oeste, Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Repudiamos las acciones intimidatorias que recibió nuestro amigo el padre Chicho.
Lo acompañamos con la oración y la cercanía.
Juntos seguimos en el camino.
Comisión Nacional de Adicciones y Drogadependencia
Conferencia Episcopal Argentina
Jueves 31 de agosto de 2017
Monseñor Romero, martirizado dos veces
Reflexión de monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (15 de agosto de 2017)
Hace 100 años nacía un hombre de Dios que haría historia en su país y dejaría huellas en América Latina. El Beato Oscar Arnulfo Romero (Obispo y Mártir) fue dado a luz el 15 de agosto de 1917 en la Ciudad Barrios, Departamento de San Miguel, República de El Salvador.
Estamos participando en El Salvador de un encuentro de obispos responsables de Pastoral Social y Caritas de los países de América Latina y El Caribe. Nos dedicamos a estudiar los alcances de la Encíclica de Pablo VI Populorum Progressio (Sobre el progreso de los pueblos) y brindamos nuestro homenaje y oración ante la tumba del Mártir que fue asesinado por un sicario mientras celebraba la misa en la mañana del 24 de marzo de 1980.
Quienes lo habían amenazado pensaron que con el miedo y la extorsión lograrían su silencio. Que con su muerte podrían obrar con impunidad. El arzobispo Romero se jugó por la paz, la verdad, la justicia, los pobres, los que eran torturados y asesinados.
Pedro y los apóstoles cuando fueron amenazados respondieron que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hc5, 29).
El Papa envió como delegado suyo para esta celebración al Cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago de Chile. En una carta que Francisco le escribió se refiere a Mons. Romero como “ilustre pastor y testigo del Evangelio, defensor de la Iglesia y de la dignidad humana”. Nos ha mostrado su “amor por todos, especialmente los pobres, marginados y aislados de la sociedad”.
En la edición panameña de L’Osservatore Romano del pasado domingo 13 de agosto dedicada a los 100 años de nacimiento de monseñor Romero, el arzobispo de Panamá y presidente de la Conferencia Episcopal Panameña, monseñor José Domingo Ulloa, expresó —enlazando tiempos eclesiales— que “uno de los patronos propuestos para la Jornada mundial de la juventud, a realizarse del 22 al 27 de enero del 2019 en Panamá, ha sido el beato Óscar Arnulfo Romero (…) Muchos jóvenes van a entrar en contacto con esta Iglesia que siempre ha acompañado al pueblo latinoamericano en todas sus luchas, pero también de esa Iglesia que ha sembrado esperanza en medio de la marginalidad en la que hemos vivido y seguimos viviendo, por las injustas estructuras, que impiden y niegan a grandes sectores de nuestros pueblos una vida digna y con oportunidades. Monseñor Óscar Arnulfo Romero es un santo de nuestros días”.
Y llevó a su texto una reflexión del obispo beato y mártir del “20 de noviembre de 1977, donde nos coloca a cada uno en nuestro compromiso bautismal como pueblo sacerdotal: «Qué hermoso será el día en que cada bautizado comprenda que su profesión, su trabajo, es un trabajo sacerdotal; que, así como yo voy a celebrar la misa en este altar, cada carpintero celebra su misa en su banco de carpintería; cada hojalatero, cada profesional, cada médico con su bisturí, la señora del mercado en su puesto… están haciendo un oficio sacerdotal. Cuántos motoristas sé que escuchan esta palabra allá en sus taxis. Pues tú, querido motorista, junto a tu volante, eres un sacerdote si trabajas con honradez, consagrando a Dios tu taxi, llevando un mensaje de paz y de amor a tus clientes que van en tu carro».”
En esa misma edición, la periodista Silvina Pérez rememora la visita que monseñor Romero hiciera a la redacción del semanario durante los primeros días de abril de 1977 reproduciendo la crónica publicada el 29 de mayo de ese año. Allí contextualiza cómo era El Salvador en tiempos de Romero: “Toda la doctrina de la liberación cristiana de Romero se remite a la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi. (…) El 65% de su país era campesino, entre los cuales un 40% de ellos eran analfabetos, más de un 80% no tenían agua ni servicios higiénicos en sus humildes casas y más de un 92% carecían de energía eléctrica. También existía una minoría rica y extraordinariamente fuerte que poseía más del 77% de la tierra. En El Salvador, 2.100 familias tenían tanto como el resto de todas las familias del país. Amenazados. Esa era la palabra habitual que circulaba entre los cristianos de El Salvador”.
Para comprender cabalmente por dónde pasó la beatitud de este beato que hoy cumpliría 100 años es bueno que traigamos a nuestra evocación la estrecha relación que tuvo con Pablo VI: “El Papa que le nombró en 1970 obispo auxiliar de San Salvador, en 1974 obispo de Santa María y en 1977 arzobispo de la capital. El joven clérigo había estado en Roma, donde había estudiado en la Gregoriana entre finales de los años treinta e inicios de los años cuarenta, ya en plena Guerra. Será precisamente esta formación romana, que le dejó una huella tradicional, la que le permita seguir una veintena de años más tarde el periodo conciliar con confianza en el magisterio. Y precisamente la visión abierta de Papa Montini, que guía con valor y sabiduría el Vaticano II, es la que el sacerdote salvadoreño inicia a acoger”, sintetiza el director de L’Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian.
Le gustaba que le llamaran “el catequista de la diócesis”, y era un apasionado por los niños. Se entregó por entero al servicio de su pueblo. Así era Romero.
Le dolió la Iglesia, a la que amó. El Cardenal Eduardo Pironio (argentino y en camino a la santidad) fue un amigo que le brindó aliento y consuelo en momentos difíciles. En otra oportunidad (octubre de 2015) Francisco se refirió a que lo mataron dos veces; una con las balas, otra con las calumnias: “una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y el episcopado”. Se le siguió “lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”.
Pero así son los santos, factores de unidad y comunión aun ante el odio de los enemigos. Dan ganas de imitar su entrega y claridad. Acaricio y beso su tumba, su memoria y su vida.
Mons. Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
Festividad de San Cayetano - Declaración de la Comisión de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Bahía Blanca
Por un trabajo digno
Como cada 7 de agosto, muchos argentinos elevan la mirada a Dios para pedir, agradecer y soñar con un trabajo digno para todos, confiando en la intercesión de nuestro querido San Cayetano. Esta actitud creyente de tantos corazones, lejos de ser superstición alienante y sentimentalismo volátil, nos habla de la profunda esperanza, motor de la historia, con la que camina nuestro pueblo. Próximos a esta fecha tan cargada de significado, queremos compartir una reflexiónsobre la centralidad del trabajo en la construcción de una Patria donde no haya excluidos. Nos inspiran, también, las palabras que el Papa Francisco dirigiera a trabajadores de Génova el pasado 27 de mayo.
En primer lugar, queremos reafirmar que el trabajo hace a nuestra dignidad como personas, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. Trabajando nos hacemos más persona, nuestra humanidad florece, y los jóvenes se convierten en adultos solamente trabajando.
Sin embargo, hoy el trabajo está en riesgo, porque cuando no se trabaja, o se trabaja mal, se trabaja poco o se trabaja demasiado, las economías familiares se alteran y el entramado social entra en crisis. El trabajo dignifica a la persona, y por eso nunca un subsidio social puede reemplazar la debida oferta de trabajo. Con estos subsidios se puede sobrevivir, pero para vivir es necesario el trabajo. Porque el trabajo, asociado a un ingreso justo, permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común, en especial la educación y la salud.
Por otra parte, el empresario es una figura fundamental para un trabajo digno y para una buena economía: no hay una buena economía sin un buen empresario, sin su capacidad para crear trabajos y productos. Por eso es importante reflexionar acerca de cómo se manejan las ofertas laborales y de qué manera son sostenidas en el tiempo. Una enfermedad de la economía actual es la progresiva transformación de algunos empresarios en especuladores. Cuando sucede así, ¡cuánto mal nos hace esto, cuántas humillaciones se provocan, cuánto jugar con la necesidad de las personas! El perfil del empresario-especulador es el de aquel que puede despedir, cerrar, mover la empresa, sin crearle ningún tipo de problema; porque el especulador usa, instrumentaliza personas y medios en favor de sus objetivos de provecho. Así, la economía pierde rostro y pierde los rostros, y cuando pierde contacto con los rostros de las personas concretas, se vuelve una economía despiadada. Detrás de las decisiones del especulador no hay personas y, por lo tanto, no se ven las personas que hay que despedir y recortar.
Por eso también queremos decir que nos duelen los cierres de empresas y su secuela de despedidos, las dificultades de comercialización que hunde a las producciones regionales y empobrece a tantos pequeños productores, familias y vecinos de nuestros barrios, que sostienen su economía doméstica con su trabajo artesanal. Nos lastima el sostenido nivel de desempleo y el trabajo en negro, nos hiere profundamente la manipulación de la necesidad de supervivencia de tantos ciudadanos en aras de una insaciable codicia económica.
Queremos estar cerca y acompañar a todos los que hoy sufren angustia por la falta de trabajo y por las dificultades para sostener una vida digna para su familia. Junto a ellos no renunciamos a pensar en un país donde la economía esté al servicio del hombre y no al contrario. Donde no se promueva el fetichismo del dinero sino la búsqueda del bien común. Con el Papa Francisco rezamos: “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos” (Evangelii Gaudium, nro. 205).
Le rogamos a San Cayetano que interceda ante el Señor por nuestro pan y por nuestro trabajo, sabiendo que pan sin trabajo es humillación, y trabajo sin pan es explotación. Por eso queremos, pan con trabajo que es dignidad, y trabajo con pan que es justicia.
Pedimos a Dios nuestro Padre que nos dio el don del trabajo, bendiga a todos los trabajadores y a quienes generan dignos puestos de trabajo.
Bahía Blanca, 4 de agosto de 2017.
Comisión de Pastoral Social del Arzobispado de Bahía Blanca