Nos reunimos en esta Semana Social, una vez más de modo virtual, en la continuación de la pandemia del COVID 19 que aún no cesa, en la que aparecen nuevas cepas, nuevas variables, donde resta mucho tiempo de vacunación a escala global para comenzar a pensar en un retorno a la normalidad que alguna vez conocimos. Por eso justamente nos propusimos el lema “Soñemos con una humanidad nueva”.
Advertimos cómo esta pandemia que ha golpeado muy fuertemente a todos, en lo sanitario, familiar, económico, educativo, social, ha sido particularmente virulenta con la población más vulnerable. En este momento la desigualdad se manifiesta en la distribución de vacunas en todo el mundo. La pobreza más desgarradora, convive con la riqueza más inconcebible. Y se ha unido el maltrato a la tierra. Algo se desmadró para perjudicar a la humanidad.
Escuchamos a empresarios y productores de todas las escalas de producción de alimentos. Descubrimos allí coincidencias respecto de que no se puede salir de una crisis de esta magnitud sin la participación del Estado, tanto en la cobertura de las necesidades básicas, como en la educación para la empleabilidad y en la creación de oportunidades que permitan integrarse al mundo del trabajo formal. Con la aspiración de lograr un país industrializado, capaz de procesar su producción primaria y crear empleo, integrando sus redes y combinándolo con políticas de Estado que garanticen un horizonte de consenso en materia de políticas públicas, con una imprescindible reforma impositiva, con el cuidado del medio ambiente y con una profunda mirada federal. Todo ante una vasta población con necesidades básicas insatisfechas, donde la alimentación accesible para todos como urgencia social nos debe golpear y mucho. Nos conmovió escuchar insistentemente que crear trabajo es la única manera de salir adelante, cambiar el paradigma del subsidio por el paradigma del trabajo. Volver a la dignidad del trabajo. Trabajo formal, registrado, que posibilite desarrollo para todos, al tiempo que realizar un abordaje integral de la economía popular para desplegar estrategias que generen valor a gran escala dado. Es necesario definitivamente reformar la economía y para ello es necesario repensar la política, de manera que sea ésta quien provea las soluciones que el pueblo necesita. Con las dificultades de este tiempo de pandemia, escuchamos reflexiones para que la reactivación económica sea una esperanza y un desafío, en un escenario donde seguimos arrastrando problemas estructurales que no se resuelven, con más del 60 por ciento de niños y niñas con hambre, donde los jóvenes nos interpelaron sobre la necesidad de un sueño colectivo. La inclusión social tampoco es compatible con la excesiva concentración de la riqueza y el poder. Reflexionamos además sobre una nueva causa de exclusión en un mundo interconectado, la posibilidad de acceso a internet, herramienta indispensable para el acceso a los contenidos educativos, a la salud, al encuentro familiar. Para ello, entendiendo a la conectividad como un derecho humano escuchamos que es central plantear la universalización del acceso, en especial en un país muy grande con una demografía muy diversa. Rescatándose la existencia de una prestación básica universal a las tecnologías de la información y la comunicación que garantice el acceso a los sectores más vulnerables. Coincidiendo en que el trabajo debe ser en conjunto con todos los actores: el Estado y los actores privados interrelacionados, generando un plan con políticas claras a corto mediano y largo plazo. Aparece imprescindible la articulación de políticas municipales, provinciales y nacionales que, simplificando trabas burocráticas y de todo tipo, favorezcan el despliegue de las redes. Debemos evitar que la brecha social sea, también, la brecha digital. En este escenario donde la pandemia profundizó las enormes desigualdades existentes, escuchamos la coincidencia en el compromiso de todos los sectores, con la búsqueda del diálogo y la cultura del encuentro. Como pastores a los que se nos confió esta tarea de iluminar la labor de la pastoral social del episcopado entendemos que no debemos cesar en todos los esfuerzos que sean necesarios para deponer en nuestra sociedad: odios que nos despersonalizan, mentiras y noticias falsas que impiden el sano debate, distanciamientos ideológicos y acusaciones constantes que no hacen más que generar enemistad, descalificación, mediocridad y culpabilizaciones sin solución. Solo así podremos construir una fraternidad para salir mejores. Nos confiamos a nuestra Madre que, más que nunca desde Luján hoy nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Comisión Episcopal de Pastoral Social
15 de Julio, 2021
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