Tanti 2018 – Encuentro Nacional Repensando la Política

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28/02/2023. Politica. Sesión especial en la cámara de Diputados para aprobar el proyecto de moratoria previsional y el que establece la digitalización de las historias clínicas. Foto Lucia Merle

Encuentro Nacional Repensando la Política

Hacia una política del Encuentro

Comisión Episcopal de Pastoral Social

Conferencia Episcopal Argentina

Tanti, Córdoba, 7 y 8 de septiembre de 2018

Panel Los caminos para recuperar la confianza social en la política

Humberto Podetti

Estamos ante una situación difícil y compleja. El sistema económico global regido por el paradigma tecno económico está en quiebra: produce más perjuicios que beneficios. Pero a diferencia de lo que debiera ocurrir ante una quiebra, en la que el empresario se hace cargo de los perjuicios, en este caso, como diría Atahualpa, todos los beneficios son de los otros y todos los daños son de nosotros. La economía global está estructurada de modo que la riqueza se acumule cada vez más en menos manos, dañe la naturaleza, muchas veces en forma irreparable y excluya de la sociedad a millones de personas. Y también afecte a los demás habitantes del planeta, erosionando el sentido de la vida personal y social.

Lo que está ocurriendo hoy en Argentina es parte de ese proceso. Por eso no podemos resolverlo solos, sino junto con todos nuestros compatriotas latinoamericanos: bolivianos brasileños, mejicanos, chilenos, uruguayos….En uno de los paneles de ayer, Alberto Vicenzi, Secretario de Formación de la Unión Obrera Ladrillera, contaba como muchos dirigentes del sindicato ladrillero son compatriotas bolivianos. Ese es el camino: comenzar por integrar en Argentina a todos nuestros compatriotas latinoamericanos en cada sindicato, sea de trabajadores que trabajan en relación de dependencia o sea de trabajadores de la economía popular. Y luego organizar la unión de los sindicatos de América del Sur.

Esa es una de las nuevas respuestas que se están dando a la grave situación que vivimos. Pero hay otras nuevas respuestas, tan valiosas como esa, que se dan desde el trabajo, desde la economía y desde la política y recogen la extensa y original tradición de lucha de nuestros pueblos latinoamericanos en las revoluciones de la independencia y en la de los grandes movimientos populares, uno de cuyos hitos es la epopeya del 17 de octubre.

La primera de esas nuevas respuestas fue la de los hombres y mujeres que fueron excluidos del trabajo y por lo tanto, de la sociedad. En nuestra periferia, casi simultáneamente con el inicio del siglo, lanzaron la afirmación revolucionaria de que seguirían siendo trabajadores y trabajadoras. Es decir, hicieron un planteo de soberanía personal expresada ante un grupo: “soy yo quien decido seguir siendo un trabajador aunque el mercado decida negarme esa dignidad y el estado mire para otro lado o apoye la decisión del mercado”. Al pronunciarla, el grupo se convirtió en comunidad: “somos nosotros los que decidimos acerca de nosotros y nuestra decisión es seguir siendo trabajadores y seguir luchando por tener un salario y que ese salario sea justo y nos permita vivir con dignidad”. 

El paso siguiente fue doble: convertirse en movimiento político que se propone transformar la sociedad y simultáneamente organizarse como trabajadores, es decir, organizar un sindicato de trabajadores. Un nuevo sindicato, que organiza trabajadores según su actividad, pero que no tiene empleadores, convenciones colectivas de trabajo ni herramientas como la huelga, pero sí capacidad de movilización, de ocupar la calle y desde esa posición exigir el reconocimiento de sus derechos, habiendo primero cumplido con sus deberes. Las personas que nuclea este nuevo sindicato están las peores condiciones imaginables desde todos los aspectos: la alimentación, los servicios públicos, la salud, la educación, la propiedad, la seguridad…Pero se han reconocido como sujetos de la historia y en la lucha personal y social que desarrollan construyen su propia dignidad.

El paso siguiente debiera ser el de organizar el sindicato para que incluya todas las actividades laborales que desarrollan los movimientos populares, de manera que el sindicato sea único aunque albergue diferentes movimientos políticos, que comparten muchos proyectos para cambiar el sistema pero que actúan sólidamente unidos cuando luchan por crear más trabajo, sostener y aumentar el salario social complementario, obtener el derecho a celebrar convenciones colectivas de trabajo en negociaciones colectivas con el estado, ser propietarios de sus viviendas, tener más y mejores escuelas, hospitales, vacaciones, espacios culturales y deportivos.

En este proceso, nació una nueva economía, cuya naturaleza principal es la solidaridad y la reciprocidad y no la competencia o la ley de la oferta y la demanda, que pretenden legitimar al que tiene más fuerza y puede imponer sus condiciones de precio o de salario. Esta nueva economía popular, que seguramente se integrará con la economía social de las cooperativas y las mutuales, se convertirá en una parte significativa de la economía del futuro, que ponga al mercado bajo el control del poder popular democrático y otorgue facultad a los jueces para anular las cláusulas abusivas en el comercio nacional o internacional, nuevamente reivindicando la historia y el pensamiento de nuestros pueblos latinoamericanos.

El proceso de autonomía que está produciendo nuevas formas de trabajo en las periferias y una nueva economía, implica también una revolución política: el pueblo delibera y gobierna. Ha deliberado y decidido que seguirán siendo trabajadores, pese a la oposición del mercado y la ignorancia o complicidad del estado. Es decir, han probado una vez más, que cuando el pueblo asume su destino no hay modo de detenerlo. Son los descamisados del siglo XXI, que siguen y ensanchan el camino que abrieron los descamisados del siglo XX.

Estamos, en definitiva ante nuevas formas de trabajo, nueva economía y nuevas formas políticas, afirmando simultáneamente que el único modo que tenemos los argentinos de estar en el mundo es junto con todos nuestros compatriotas latinoamericanos. Y que la unidad de nuestros pueblos se construye desde abajo, desde las organizaciones sindicales, los movimientos populares, las organizaciones deportivas, culturales, etc. Sólo así lograremos que la UNASUR y la CELAC no dependan de la tendencia u orientación de los gobiernos de cada una de nuestras patrias hermanas, sino de la voluntad de nuestros pueblos.

También estas nuevas formas permiten afirmar que la política necesita políticos y políticas descalzos –como se dijo en el panel precedente-, pobres, que den el ejemplo con su conducta y su testimonio, como los frailes y monjas que trajeron el cristianismo a América: habían renunciado a la propiedad y sólo tenían sus sandalias, sus hábitos y su testimonio personal. Como Francisco en nuestros días, que al asumir como Papa conservó su vieja cruz de Obispo y sus viejos zapatos gastados en las calles más humildes de nuestros barrios más pobres y vive en un austero departamento en el edificio Santa Marta.

Recordemos que la revolución o la transformación no justifican la corrupción, porque la corrupción siempre es cómplice del sistema económico global. Más aún, hoy es el eje central de ese sistema. Allí está reunido el dinero del narcotráfico, la trata de personas, la trata de armas, la corrupción pública y privada y las rentas del comercio desigual y abusivo y de la destrucción de la madre tierra.

Como recordaba al principio, lo que pasa hoy en Argentina es una parte de lo que pasa en el mundo, lo que no es nuevo. Pero si es nuevo es que el mundo presente y el mundo del futuro están siendo pensados en castellano, el castellano que hablan nuestros pueblos, enriquecido por cientos de lenguas indígenas y africanas, y con el que se hicieron las revoluciones más notables de la historia universal por su justicia y por su humanismo.

Porque Francisco es la conciencia más lúcida de nuestro tiempo y, como nosotros, él está convencido que nuestra historia y nuestro pensamiento latinoamericanos explican mejor que ningún otro las nuevas respuestas que hoy están pronunciando muchos pueblos de todos los continentes. Y está convencido que el mundo y la sociedad que propone son realizables. Porque él vivió de joven en una Argentina en la que todos tenían Techo, Tierra y Trabajo y también acceso a la cuarta T, la Tecnología, que fue puesta al servicio del pueblo. Por eso los Movimientos Populares del mundo pudieron dar en diálogo con el Papa Francisco esas magníficas Propuestas de Acción Transformadora desde Roma al mundo en noviembre de 2016, que implican un punto de partida para un proyecto político, social y económico universal. Con la humanidad como Pueblo sujeto de la historia y el mundo como Patria. Por eso también el pensamiento latinoamericano no participa de ninguna post modernidad, como la que viven Europa o Estados Unidos, generando pensamientos e ideologías de la decadencia. Nuestro pensamiento pertenece y construye el futuro alumbrando nuevas formas de trabajo, de economía y de política en convivencia armoniosa con la naturaleza, y nuevas formas de unidad latinoamericana.

Siguiendo estos caminos la política no sólo recuperará la confianza social, sino su misión como forma superior de la caridad, generadora de bien común, y también su naturaleza épica y su capacidad de proporcionar sentido a la vida social y personal. En este momento sombrío, ya está generando alegría y esperanza desde nuestras periferias.