Monseñor Angelelli, en la doble fidelidad al Evangelio y al pueblo, a Dios y a los hombres de nuestro tiempo y de nuestra tierra, desde el comienzo de su ministerio episcopal se propuso que, «La Iglesia, al mirar el rostro de los hombres de nuestro tiempo con los ojos puestos en Jesucristo, se declare, una vez más, «servidora de la humanidad; la idea de servicio ha ocupado su puesto central»
Fuente:Tiempo Latinoamericano
Si Angelelli se hubiera contentado con una aplicación superficial, digamos «cosmética», de la renovación impulsada por el Concilio o lo hubiera hecho sólo en un área y de manera recortada (las formas de la liturgia, por ej.), no hubiera sufrido semejantes contradicciones. No se contentó con declamar verbalmente su adhesión al Concilio Vaticano II sino que de forma real y concreta puso a la diócesis en proceso de renovación conciliar, involucrándose personalmente y vinculando a este proceso a todos los miembros de la comunidad.
Cuando en un reportaje le preguntaron: “¿Qué razones impulsan su acción pastoral?”, el obispo Angelelli dijo: “Le respondo a su inquietud con dos preguntas que nos hicimos en la diócesis y que responden a las mismas que hiciera Paulo VI en el Concilio: Iglesia riojana ¿cuál es tu misión?; y la otra, Iglesia riojana, ¿qué dices de ti misma? 0 sea, las razones que animan a la pastoral diocesana son las mismas que las que encierran en su letra y espíritu el Concilio Vaticano II, Medellín y San Miguel.
Una Iglesia diocesana que en su pastoral debe irse configurando cada vez más: como Iglesia misionera, abierta a todos los hombres y a todo el hombre, comprometida con la vida y la historia concreta que va tejiendo nuestro pueblo riojano; servidora, partiendo de la realidad de nuestro pueblo; asumiendo sus valores que son muy ricos, y asumiendo sus marginaciones, ayudándole a que crezca y madure como Comunidad Cristiana en la Fe, la Esperanza y la Caridad. La óptica es la del pobre, siguiendo y tratando de ser fiel a la óptica bíblica.

La pastoral llevada adelante por Angelelli, a favor de una Iglesia misionera, servidora del Reino, profundamente evangélica tuvo un centro: fue “anunciar el aleluya a los pobres”, como Jesús. Podrían haber sido suyas aquellas palabras que brotaron del corazón del Papa Francisco a poco de ser elegido para esta misión: “¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres!”. Su opción por los pobres lo llevó a ir a su encuentro, a compartir con ellos el mate, a escuchar sus confidencias y conocer sus sufrimientos y necesidades. Lo hizo con toda la bondad que lo caracterizaba. Diríamos con profunda ternura. Como lo podemos ver en la gran cantidad de registros fotográficos en los que aparece cariñosamente cercano a los pobres de su pueblo. A un año del inicio de su ministerio decía: “Uno de ustedes, uno del Pueblo de Dios, me ha dado la lección más estupenda de todo este año, lo ha sintetizado al mismo tiempo que me ha trazado un programa de vida. Me dijo un hombre de la calle: Vea, Monseñor, vea mi amigo; yo le pido un favor. No se canse nunca de ser el obispo de los pobres, sea padre de los pobres porque de esa manera es un buen obispo. Porque está claro que si algo no hizo nunca Angelelli fue predicar la resignación. Frente al pueblo empobrecido su corazón cristiano y de pastor reaccionaba con los sentimientos de Jesús: misericordia compasiva y comprometida con las víctimas; indignación frente a los responsables de las injusticias: “El agua es para todos; la tierra es para todos; el pan es para todos. Y esto no es subversión… Yo sé que esto puede afectar algunos intereses… Pero la Iglesia debe estar, y está, profundamente comprometida con el desarrollo del hombre””. En el corazón de una Iglesia que se define a sí misma como servidora del Reino están las exigencias que se derivan de la fe en Jesucristo para la transformación de toda la realidad en conformidad con el proyecto de Dios.
Este fue el programa pastoral de Angelelli que a tantos llevó alegría y esperanza, y que muchos otros no comprendieron. Por haber enfocado la realidad pastoral de su diócesis con la “óptica” de Jesucristo, por haber hecho una verdadera, y no meramente declamativa, opción preferencial por los pobres, Angelelli fue sospechado, hostigado, y finalmente asesinado.
El Papa Francisco en la Evangelii Gaudium 183 y ss ,nos dijo con toda claridad: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo…La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos. La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos: «La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas». En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: « ¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos.