Semana Social 2025 | Reflexión Final de Monseñor Braida

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         SIGNOS de LOS TIEMPOS que ALIMENTAN LA ESPERANZA

Junto a Francisco: “Con los ojos fijos en Jesús” (Hb 12,1)

 

En estos días hemos estado haciendo pie en el legado de Francisco sobre todo en lo que concierne a la Amistad Social. Hemos destacado muchas enseñanzas de él  y recordado hechos o gestos de su vida que reflejaban una gran coherencia entre lo que decía y hacía.
Esta mañana quisiera que podamos ver un poco más la fuente de la cual él bebía cotidianamente y que alimentaba su esperanza y la del Pueblo.
La fuente principal era su relación con Dios, con la persona de Jesucristo, con su revelación manifestada en el Evangelio. En él tenía puesta toda su esperanza.
Por eso el año del Jubileo al que nos convocó y que estamos viviendo, es para nosotros una ocasión para poner la mirada y el corazón en Jesús, que es causa de una esperanza que no defrauda y a vivir un proceso de conversión personal y comunitaria que nos lleve ser mensajeros de esperanza en todo tiempo y lugar.
FE, ESPERANZA Y CARIDAD son virtudes teologales, es decir, virtudes dadas por Dios y que se complementan.
La Fe, es la virtud por la cual creemos en Dios y en todo lo que Él ha revelado. Todo el Antiguo Testamento nos muestra a un Dios que interviene en la Historia para ayudar a la Humanidad, para salvarlo. Esa revelación de Dios llega a su plenitud cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, asume nuestra naturaleza humana y de un modo humano nos manifiesta el Amor de Dios y nos salva por la entrega de su propia vida, su muerte y Resurrección y nos hace participar de ese amor y esa Vida al darnos su Espíritu, el Espíritu Santo y prometernos una mejor vida aquí, si lo seguimos por el camino del Evangelio, y la Vida Plena en su Reino Eterno del que ya disfrutan los santos. Por la FE miramos hacia atrás confiando en todo lo que Dios nos ha revelado.
La Esperanza es la virtud que permite confiar en esa promesa de Dios, siguiendo el camino del Evangelio deseando participar de su Reino eterno en plenitud. Es mirar hacia adelante, hacia el futuro, anhelando una vida mejor, y la Vida Eterna en su plenitud.
El Amor o la Caridad,  es la virtud por la cual se ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. La que nos lleva a actuar según el Evangelio, haciendo el bien en todo momento. fortaleciendo un vínculo fuerte de amistad con Jesucristo y, al mismo tiempo, generando los vínculos de amistad con los demás que conduzcan a una vida mejor para todos.
Por eso, profundizar en la amistad con Jesús renueva la esperanza y nos lleva a una vida plena y feliz para la cual nos ha creado el Señor. Se trata de una amistad fortalecida por una fe en El que tiene que expresarse en un compromiso con las diferentes realidades sociales que nos interpelan para que, desde el amor, buscar transformarlas en el anhelo de un mundo mejor para todos.
En la vida del papa Francisco podemos ver su fe profunda en Dios que lo llevó a confiar totalmente en Él y vivir el presente con un amor generoso hacia todos, particularmente hacia los pobres y descartados por la sociedad, o los menos amados. Amor que lo llevó a comprometerse por un futuro mejor para todos. Un futuro de vida plena que es esperanza para todos.
Cada 25 años la Iglesia convoca un año de JUBILEO, que es en primer lugar volver la mirada en Jesucristo y profundizar en el vínculo con El para una vida plena. El papa Francisco cuando nos convoca para el jubileo de este año subraya la Virtud de la Esperanza, animándonos a mirar hacia adelante con el deseo de un mundo mejor y una Vida plena que le dé sentido a nuestra vida y a toda nuestra existencia.
El lema PEREGRINOS DE ESPERANZA invita a caminar pero no sin rumbo, sino caminar por el camino  que nos indica Jesús que nos da Vida cada día y nos conduce a la Plenitud deseada.
Quisiera ahora compartir unos puntos en los que Francisco nos señala un camino claro para caminar en la vida como PEREGRINOS DE ESPERANZA. En primer lugar señalo dos, fundamentales:
  1. Cultivar un fuerte vínculo con Dios. Aprender a parar, a hacer pausas que me permitan tomar conciencia de que somos limitados y necesitados de Dios y de los demás. Tomar conciencia de lo que hacemos y cómo lo hacemos. De lo que está bien y de lo que tiene que cambiar. Para ello el silencio es más que necesario. Un tiempo diario de oración es fundamental. Esto nos humaniza, nos permite volver al centro de nuestra vida, de nuestro ser. Volver a Dios y animarnos a un camino interior de conversión y de cambio.
Francisco fue un hombre de oración diaria y que nos invita a todos a la oración. Nos ha dejado más de treinta catequesis enseñándonos un camino de evolución en la oración.
Es vital promover espacios de oración, retiros que promuevan la vida interior que nos lleva a ‘descansar en Dios’ y procurar que desde allí surja lo nuevo que Dios quiere para nuestra vida. Vital quiere decir que si esto no está todo pierde vida.
  1. Asumir y vivir con entrega la dimensión social de la fe. Así como expresamos la fe en la oración y participando de una misa, o del culto, o realizando una procesión o peregrinación tenemos que expresarla también en la vida cotidiana, en nuestras responsabilidades y vínculo de cada día. Nos dice Francisco[1]: La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás… La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: «Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí» (Mt25,40).” (EG 178-179)
“…Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor… el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo…” EG 183
Ser parte de la comisión de un club, de una vecinal, de un emprendimiento cooperativo, o una asociación para un bien determinado, o una institución que tenga como fin buscar el bien de la población nos ayuda a expresar nuestra fe a través del compromiso y servicio en el ellas.
En estos días de Semana Social hemos sido testigos de cuántos grupos o instituciones antiguas y nuevas que expresan la fe que tenemos, son instrumentos para hacer el bien, para expresar el amor a los demás y son un signo claro de Esperanza.
El cura Brochero Brochero y la Mama Antula, desde la propuesta de una experiencia orante, de una experiencia de encuentro con Dios que ofrecían a la gente llevó a muchos una conversión interior de la que surgieron grandes cambios sociales en su tiempo.
Wenceslao Pedernera, se convierte en la escucha de la Palabra y asume con responsabilidad el cuidado y crecimiento de su familia y la transformación social por la promoción del trabajo cooperativo y la búsqueda de una justa remuneración. Esto sobre todo en el ámbito rural.
Enrique Shaw, vida espiritual traducida en un desarrollo y crecimiento de la Empresa para el bien de todos lo que la componen, para el bien común.
Sus ejemplos son inspiradores y nos animan a recorrer el propio camino de santidad junto a los demás.
El papa Francisco, en su convocatoria al Jubileo, nos propone reflexionar sobre los signos de los tiempos actuales para que, con la luz del Evangelio, puedan transformarse en signos de Esperanza.
Signos de los tiempos que se transformen en signos de esperanza.
  1. Un signo de estos tiempos es la baja de la natalidad en todo el mundo, también en nuestro país y en nuestras provincias. Ante esta realidad un signo de esperanza es una mujer embarazada, una familia que se abre a la vida. Una mamá, un papá con un niño en sus brazos es un signo de esperanza. La apertura a la vida con una maternidad y paternidad responsables es una vocación y misión que el Señor confía y esto es un motivo de esperanza…[2]
  2. Un signo de estos tiempos es la situación de muchos presosque padecen condiciones de alojamiento indecentes. Un signo de esperanza será que los gobiernos y las comunidades asuman iniciativas que devuelvan la esperanza a los detenidos a través condiciones dignas para el alojamiento y respeto de los derechos humanos…[3] y el compromiso de distintos actores e instituciones para su rehabilitación integral con propuestas concretas.
  3. Otra realidad que muchas veces nos toca de cerca es la de los enfermosque están en sus casas o en los hospitales. Su atención y acompañamiento, ayudar para que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben pueden ser signo de esperanza para el enfermo y su familia.[4]
  4. También un signo de este tiempo son los  jóvenes que, con frecuencia, ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos –dice Francisco- en su entusiasmo. Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos. La ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo fácil crean en ellos confusión y oscurece la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos. Por eso un signo de esperanza será ocuparnos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones.[5]
  5. Otro signo de este tiempo, las personas en situación de adicción a consumos problemáticos: alcohol, drogas, juego, internet, etc.
Un signo de esperanza son las instituciones que se fueron creando para aprender y atender estas realidades: granjas de recuperación, Hogares de Cristo, Fazenda, Cenáculo, programas del gobierno que asisten a diferentes dispositivos.
  1. Los ancianos que cada vez son más, la vida se prolonga. A menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono. Dice el papa Francisco: valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil. Hoy ocuparnos de nuestros mayores con solicitud y delicadeza es un verdadero signo de esperanza para este tiempo.[6]
  2. Nos dice también Francisco: “Imploro, de manera apremiante, esperanza para los pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir. Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse… Encontramos cada día con personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos que a menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada jornada, o sufren la exclusión y la indiferencia de muchos. Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos…, los pobres sean la mayor parte […]. Nos dice también Francisco: No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables.[7] Esto puede transformarse en un signo de esperanza si cultivamos una actitud de compasión –como el buen Samaritano-, y nos animamos responder con solicitud ante, al menos, una situación de pobreza.[8]
Vemos como el dejarnos conmover por una realidad puede transformarse en un signo de esperanza cuando ello implica una conversión, un cambio en nuestras vidas y un compromiso real con una mayor justicia.
  1. El Jubileo, según las Escrituras, nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos. Es necesario que cuantos poseen riquezas sean generosos, reconociendo el rostro de los hermanos que pasan necesidad. Dice Francisco: “Pienso de modo particular en aquellos que carecen de agua y de alimento.” El hambre es un flagelo escandaloso en el cuerpo de nuestra humanidad.
Esto puede transformarse en un signo de esperanza si trabajamos denodadamente para que sea realidad la justicia social. Dando de comer, sí, pero reconociendo las causas de la pobreza y buscando revertirlas.[9]
  1. Un signo de este tiempo es percibir la necesidad de renovación en la Iglesia para que su vida y estructuras sean más acogedoras y misioneras. Ahora estamos iniciando el período de implementar el Documento Final del Sinodo[10].
Cada diócesis, cada espacio pastoral, también la pastoral social, tiene que elaborar y asumir un itinerario unidos al itinerario que se propone para toda la Iglesia… Todos los agentes de pastoral estamos convocados a leer y buscar caminos para implementar la propuesta sinodal. Seremos un signo de esperanza para el pueblo si somos parte activa de la implementación de las conclusiones del Sínodo.
  1. Un Signo de los tiempos que muchas personas que no encuentran el sentido de la vida. Crece el índice de suicidios-. Esto puede transformare en signo de Esperanza si todos los bautizados, respondiendo al envío misionero de Jesús “¡Vayan!” vamos a al encuentro de los demás dispuestos escuchar, acompañar y compartir desde el amor un tiempo con el los demás.
Si somos capaces de generar espacios de participación, contención y servicios. Que sean integrales.
Podemos preguntarnos ¿Cuáles son esas realidades con las cuales convivo que necesitan ser transformadas en Signos de Esperanza con nuestra ayuda personal o comunitaria?
Considerando el tema que nos convoca a la Semana social: la Amistad social como sueño y camino. Podemos considerar otras enseñanzas de Francisco para descubrir otros signos de esperanza.
En un mundo con una crisis social y económica grave, donde se pierden valores esenciales,  donde muchas veces prima la violencia, la polarización, la fragmentación… ser servidores de la amistad social, es un signo de esperanza.
Podemos preguntarnos entonces: ¿Cómo ser hoy servidores de la fraternidad y amistad social? Sin pretender ser exhaustivo, voy a indicar algunos elementos propios para este servicio iluminados fundamentalmente, como decía al inicio, por el magisterio del papa Francisco:
  • Apostar a un nuevo estilo de vida que reduzca el nivel de consumo y promueva una felicidad que sea fruto de la sobriedad, de aprender a disfrutar de lo cotidiano sin la obsesión de poseerlo todo. En Laudato Si[11], Francisco, además de ayudarnos a tomar conciencia de la importancia del Cuidado de la Casa Común también es muy crítico de la economía actual que impulsa a generar en cada persona un consumidor de lo tanto que se produce en el mundo. Dice: “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir… porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca.” (LS 204)
“Hoy muchos viven para pagar cuotas… se desviven por trabajar para pagar cuotas de los que consumen… terminan con algo y siguen con otra cosa… sin parar”, decía en un reportaje el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica.
El Papa invita a un nuevo estilo de vida, a tomar conciencia que se puede vivir muy bien con poco, con sobriedad y belleza: “La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profunda-mente sin obsesionarse por el consumo… La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal… Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.” (LS 222ss)
En Fratelli Tutti[12] Francisco nos ilumina específicamente sobre cómo contribuir a la ‘La fraternidad y amistad social’ que ayude a superar la enemistad social, las grietas y la polarización que desgasta a la sociedad y le impide buscar el bien común, los bienes que todos necesitamos para crecer y desarrollarse. Algunas acciones que allí e destacan:
  • Darse a los demás como el Buen Samaritano, poniéndose en el lugar del otro, comprendiendo su fragilidad (que todos las tenemos), compadeciéndonos, ocupándonos de él y buscando que otros participen de la ayuda. Nos dice Francisco que el único modo de construir fraternidad es vivir con la actitud del buen samaritano… En cada persona que nos rodea hay un necesitado y podremos conocer y comprender sus necesidades cuando generamos un vínculo y nos animamos a sostenerlo en el tiempo. Al mismo tiempo es necesario asumir que también en cada uno de nosotros hay un necesitado que requiere ser ayudado en sus limitaciones.
  • De modos particular La inclusión social de los pobres. Para que la amistad social se realice tienen que estar todas las personas incluidas. Para eso necesitamos incluir a los más alejados, pobres o descartados del sistema. Dice Francisco: De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.” (EG 186) y agrega: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo… Hacer oídos sordos a ese clamor, cuando nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto…” (EG 187).
Por eso nos tiene que interpelar la pobreza de nuestro país, las personas en consumos problemáticos, la violencia, etc. En estos días en que se proponen leyes que buscan bajar la edad de imputabilidad tenemos que animarnos a abordar de modo más amplio el problema de los adolescentes en conflicto con la ley; analizar y buscar solucionar las causas de la misma. Al hacerlo veremos que todos tenemos una responsabilidad en mejorar la situación de vida de los niños, niñas y adolescentes que muchas veces por falta de oportunidades viven a la deriva.[13]
  • Fortalecer el multilateralismo que supone asumir que la realidad social es compleja y nadie la puede abordar solo ni tampoco una sola institución. Por tanto es fundamental favorecer ampliamente la participación ciudadana para que todos los miembros de la sociedad puedan aportar sus puntos de vistas, dones y talentos. Al mismo tiempo procurar que todas las instituciones funcionen de acuerdo a su propia identidad y fines específicos y se articulen para un servicio más coordinado. También es necesario ayudar a las instituciones que estén pasando alguna crisis porque todas son importantes. Es fundamental trabajar en red. Forjar redes buenas que puedan poner resistencia a lo que daña y generar condiciones para pensar juntos el desarrollo de nuestras comunidades y provincia. Y llevar adelante acciones en ese sentido.
  • Luchar contra la globalización de la indiferencia. Una de las enfermedades sociales que afectan la fraternidad y la amistad social es la indiferencia. Vemos problemas, vislumbramos desafíos en la sociedad y esperamos que otros los aborden. A este tema el papa Francisco le ha dedicado un mensaje en la jornada mundial de la paz que los invito a leer. Se titula “vence la indiferencia conquista la paz”[14]. Por ejemplo allí sostiene que “Al vivir en la casa común, no podemos dejar de interrogarnos sobre su estado de salud… La contaminación de las aguas y del aire, la explotación indiscriminada de los bosques, la destrucción del ambiente, son a menudo fruto de la indiferencia del hombre respecto a los demás, porque todo está relacionado…”
Promover la solidaridad y la misericordia en todos, particularmente en quienes tenemos responsabilidades como dirigentes sociales puede contrarrestar la indiferencia y abrir nuevos horizontes de soluciones a los problemas que nos aquejan.
  • Promover el diálogo. Si partimos que cada uno tiene algo valioso que aportar a la sociedad lo mismo que cada institución el diálogo genera muchas más posibilidades de crecimiento al permitir la articulación entre todos. El diálogo ciudadano es fundamental para encontrar los mejores caminos de desarrollo de una localidad, departamento o región. El diálogo es fundamental también para afrontar las diferencias y conflictos que habitualmente surgen en una sociedad. Pero también todo diálogo requiere asumir la importancia de la escucha atenta del otro y que esto requiere tiempo para lograr acuerdos y entendimientos. Por tanto la paciencia la perseverancia deben acompañar estos procesos. (Cf FT cap. VI)
  • Asumir y enfrentar los conflictos. EL diálogo nos tiene que ayudar a asumir y enfrentar los conflictos que siempre aparecen. Al respecto nos dice Francisco: “Cuando los conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que pueden significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente. Reiteradas veces propuse «un principio que es indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto. […] No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valio

    sas de las polaridades en pugna. Sabemos bien que «cada vez que las personas y las comunidades aprendemos a apuntar más alto de nosotros mismos y de nuestros intereses particulares, la comprensión y el compromiso mutuo se transforman […] en un ámbito se puede… alcanzar una unidad multiforme que engendra nueva vida»[15]
Es bueno tener en cuenta aquí las palabras de nuestro beato mártir Enrique: “Analizar, evaluar y reflexionar acerca de nuestra realidad riojana, desde distintos ángulos, es también construir y preparar un futuro mejor; supone un clima: diálogo, respeto mutuo, comprensión, tolerancia, adecuada información y nobleza de espíritu.”[16]
  • Trabajar por la paz y el bien común.  El crecimiento humano necesita ambiente de paz y poder tener al alcance todos los bienes necesarios. Por ello toda actividad política tiene que estar enfocada a garantizar estos bienes para toda la población, no solo para algunos sectores. Para que todos tengan lo necesario para crecer y desarrollarse. Se trata de la política puesta al servicio del verdadero bien común, con particular atención a los que van quedando al margen del progreso y la comunidad (Cf FT 180-182). El bien común que tiene que ver con el acceso a la educación y salud para todos; la protección del medio ambiente y los recursos naturales; la promoción de la justicia social y la lucha contra la pobreza; el desarrollo de políticas que favorezcan el trabajo digno y el acceso a una vivienda adecuada; y el fomento de la participación ciudadana en la vida pública.
Quizás un desafío de estos tiempos es despertar sueños de que un futuro mejor es posible y que las oportunidades de crecer en la propia vocación son posibles. Nuestros jóvenes necesitan percibir que sus anhelos más profundos, sus sueños más genuinos, pueden realizarse porque muchos estamos trabajando para generar condiciones reales de crecimiento.
9-        Rehabilitar la política. Francisco dedica varias páginas a valorar la política como el acto más sublime de caridad (FT 154-197). Advierte los riesgos de los populismos e inmediatismos, así como de ciertas concepciones liberales que subvaloran los lazos comunitarios y culturales, exacerbando el individualismo; pero, ante todo, valora profundamente la política que integra y reúne, y que gesta procesos fecundos que hacen más digna y feliz la vida de las personas.
En su encíclica el Papa invita a todos los dirigentes a realizar como un ejercicio espiritual que ayude a revisar sus vidas. Dice: “Después de unos años, reflexionando sobre el propio pasado la pregunta no será: “¿Cuántos me aprobaron, cuántos me votaron, cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?”. Las preguntas, quizás dolorosas, serán: “¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó?” (FT197).
También nos ayuda esta expresión: “Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura” (FT 178).
  • Valor del testimonio. Para crecer en la fraternidad y la amistad social es necesaria la coherencia. Por tanto como uno vive y encarna los valores esenciales que construyen la vida social es esencial. Como también lo es la coherencia de vida aun en medio de nuestras fragilidades, expresada en importancia que doy al cuidado de la propia familia, la voluntad de servir a todos, de vencer todo tipo de indiferencia y luchar contra la corrupción, de optar por propuestas que favorezcan especialmente a los más pobres buscando un desarrollo sustentable con amplia participación ciudadana. La búsqueda del poder por el poder mismo no conduce a ningún lado. La búsqueda de poder como servicio generoso puede hacer mucho bien.
La coherencia es también un donde Dios por tanto es necesario pedirlo constantemente. También es fruto de caminar con otros donde nos acompañamos, corregimos y animamos.
En Francisco vemos como ese testimonio de vida llena de misericordia y  entrega generosa se traducían en ALEGRÍA. El evangelio que vivía y enseñaba era el evangelio de la misericordia y la alegría.
Queridos hermanos y hermanas participantes de esta Semana Social: Cada uno tiene su camino recorrido en la participación social a través de la pertenencia en distintas instituciones… Cada uno de esos espacios u organizaciones sociales es una ocasión excepcional de servicio a la Amistad Social, es una oportunidad grande de SERVIR a muchísimas personas y de permitirles crecer y realizar sus sueños… de promover una vida llena de esperanza.
Que el ejemplo de Francisco nos anime en una búsqueda de profundizar en nuestra vida interior y compromiso social para que nuestras vidas y la de nuestras organizaciones sean nos solo un signo sino un canto de esperanza en un mundo que tanto lo necesita.
¡Gracias y adelante!
[1] EG: Evangelii Gaudium, exhortación del papa Francisco.
[2] Papa Francisco. Bula convocatoria al Jubileo (cf. n° 9).
[3] Ibid  (cf. n° 10).

[4] Ibid (cf. n° 11)

[5] Ibid (n° 12)

[6] Ibid (cf. n° 14)

[7] Ibid (n° 15)

[8] Ibid (n° 16)

[9] Ibid (n° 16)

[10] https://diocesislarioja.com.ar/documento-final-del-sinodo-de-la-sinodalidad/

[11] Laudato Si (LS): Encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la Casa Común.

[12] Fratelli Tutti: Encíclica del papa Francisco sobre la ‘La fraternidad y amistad social’

[13] Declaración de la Pastoral Social Argentina. “Más Oportunidades que penas”. https://episcopado.org/ver/4494

[14] Francisco. 49° JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ. 1 de enero de 2016.

[15] Fratelli tutti 244-245

[16] Mensaje Fiesta de san Nicolás, 01/01/1970.