A modo de línea editorial y como respuesta a nuestra preguntas de ciudadanos aportamos esta reflexión del Obispo de Quilmes sobre la Amistad Social
El pasado 3 de octubre se han cumplido cinco años de la promulgación de la Carta Encíclica “Fratelli tutti”, del Papa Francisco y firmada en Asís junto a la tumba de San Francisco. El mismo Papa dice que la misma es sobre la fraternidad y la amistad social.
Este 4 de octubre, el Papa León XIV ha publicado su primer Exhortación Apostólica “Dilexit te”, sobre el amor hacia los pobres. También allí tenemos referencia a la amistad social.
La parábola del buen samaritano es la que ilumina la realidad actual, sobre la que Francisco quiere reflexionar y sacar enseñanzas para ser constructores de justicia y de paz. El Papa León en su Exhortación recuerda que ya San Pablo VI, al clausurar el Concilio Vaticano II había dicho que “la antigua historia del buen samaritano había sido el paradigma de la espiritualidad del Concilio”.
Desde hace años venimos hablando de la necesidad de hacer aportes para la amistad social. Creo que mucho se ha escrito y hablado; entiendo que se trata más de gestos que de palabras. El pontificado de Francisco así lo ha demostrado. Si bien nos ha dejado muchos discursos y homilías, sus gestos sencillos y valientes lo transformaron en la voz de los pueblos sin voz. Así lo demostró con su visita a la isla de Lampedusa, la mesa compartida con los pobres en la Jornada de los pobres, sus viajes a los países más pobres y pequeños (algunos con minorías católicas), su visita a los barrios periféricos, son algunos de esos gestos. No sólo aportamos a la amistad social con nuestros gestos personales o de grupos. Francisco pidió que también las naciones tuvieran gestos y no solo discursos sobre la justicia y la solidaridad. En la ONU, a cuya Asamblea llegó en un sencillo vehículo utilitario, proclamó: “El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado… Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos” (25/9/2015)
Construir la amistad social es una artesanía. Es un trabajo arduo, perseverante, generoso, sincero, desinteresado, humilde, constituido de pequeños gestos concretos. Puede ser en un barrio, en una comunidad, en una región; también en el ámbito de centros educativos, entre los clubes, entre las instituciones de la política, del sindicalismo, de las organizaciones sociales, de las instituciones intermedias, cámaras profesionales, ONGs, etc. Todos buscando el bien común; eso es amistad social. Pongo un ejemplo sencillo. Los padres de los chicos de un grado de la escuela. Se pusieron de acuerdo para que todos ellos no tuvieran el celular propio hasta determinada edad, con el asesoramiento de profesionales de la salud. Buscaban el bien común: la libertad y salud integral de sus hijos. Todos eran distintos, pero todos estaban trabajando en común por el bien común. Eso se llama amistad social.
El Papa León XIV, en su Exhortación, nos expone un fruto concreto de la amistad social, cuando asumimos la opción preferencial por los pobres. “En esta perspectiva, aparece claramente la necesidad de que «todos nos dejemos evangelizar por los pobres, y que todos reconozcamos «la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos». Crecidos en la extrema precariedad, aprendiendo a sobrevivir en medio de las condiciones más difíciles, confiando en Dios con la certeza de que nadie más los toma en serio, ayudándose mutuamente en los momentos más oscuros, los pobres han aprendido muchas cosas que conservan en el misterio de su corazón. Aquellos entre nosotros que no han experimentado situaciones similares, de una vida vivida en el límite, seguramente tienen mucho que recibir de esa fuente de sabiduría que constituye la experiencia de los pobres. Sólo comparando nuestras quejas con sus sufrimientos y privaciones, es posible recibir un reproche que nos invite a simplificar nuestra vida” (“Dilexit te”, 102)
Es un desafío para todos ser constructores de la amistad social. Está en el corazón del Evangelio. Es un modo concreto de vencer al mal con el bien. Es encender una luz en la oscuridad.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
10 de octubre de 2025