La universidad como formadora de ciudadanos responsables
Esta Semana invitamos a reflexionar sobre la Universidad como formadora de líderes que tomarán decisiones sobre otros, que investigarán situaciones con consecuencias para todos y de ciudadanos que necesitamos que tengan una participación activa en la construcción de la sociedad.
Agradecemos la iluminación a la Dra Agustina Rodríguez Saá, Presidenta de la de Red de Universidades por la Casa Común
En septiembre de 2023, el Papa Francisco recibía en audiencia a más de doscientas universidades de América Latina, en un encuentro que nos orientó hacia los grandes desafíos de la educación superior. Allí nos invitaba a organizar la esperanza: a convertir nuestras instituciones en espacios capaces de renovar la cultura, el pensamiento y el compromiso con el bien común. Esa invitación sigue siendo hoy esencial para quienes creemos que la universidad tiene una misión que va mucho más allá de formar profesionales: la de formar ciudadanos responsables.
Vivimos un tiempo atravesado por múltiples crisis —sociales, ambientales, culturales— que nos interpelan profundamente. Frente a ellas, la universidad está llamada a educar en la ética, la sensibilidad social y la conciencia ecológica. Como propone Laudato si’ la conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos y es aquí donde la educación tiene un gran desafío por delante: crear una “ciudadanía ecológica” (LS, 209, 211).
Para lograr ese desafío, la transformación comienza en los distintos ámbitos educativos, (LS, 213). En particular, las universidades estamos llamados a repensar y rediseñar la manera en que enseñamos, investigamos y convivimos. Necesitamos, además, superar la fragmentación del conocimiento, promover la interdisciplina y abrir espacios donde las ciencias dialoguen entre sí y con otros saberes, con la cultura, el arte y la comunidad. Así podremos formar profesionales capaces de leer su tiempo y de transformar sus territorios con una mirada ética y solidaria.
Pero la universidad no es una institución aislada. En la Red Universitaria para el Cuidado de la Casa Común (RUC) —que hoy reúne a más de 200 universidad públicas y privadas, laicas y confesionales de América Latina y el Caribe, Estados Unidos de América, España, Portugal y el Reino Unido —aprendimos que la diversidad no es un obstáculo, sino una fortaleza. Nuestra misión es generar espacios de diálogo: encuentros honestos y profundos donde el saber se ponga al servicio del cuidado de la Casa Común y de la justicia social. Porque, parafraseando al Papa Francisco “todo está conectado” y “nadie se salva solo” (Laudate Deum, 19).

Esa vocación de encuentro nos exige también tender puentes: entre ciencia y política, entre universidad y sociedad, entre el norte y el sur. La educación no puede permanecer al margen de los grandes desafíos contemporáneos —la deuda ecológica, los modelos de desarrollo, la justicia intergeneracional— que requieren valentía, escucha y apertura. Frente a ellos, la universidad está llamada a ser conciencia crítica, laboratorio de pensamiento y taller de esperanza.
Francisco nos enseñó que “todo cambio necesita un camino educativo” (Mensaje para el Lanzamiento del Pacto Educativo, 12 de septiembre de 2019). Ese camino es el que puede contrarrestar el individualismo, la indiferencia y la resignación. Educar para el bien común significa enseñar a mirar más allá del yo, a descubrirnos parte de un nosotros: una humanidad interdependiente, una comunidad de destino. Por eso, el Pacto Educativo Global, relanzado por el Papa León XIV nos convoca a renovar la educación, la economía y la política, escuchando a los jóvenes y promoviendo una nueva cultura del encuentro.
Agustina Rodríguez Saá
Rectora de la Universidad Nacional de los Comechingones (UNLC)
Presidenta de la Red de Universidades por la Casa Común (RUC)
Miembro de la Comisión Nacional de Justicia y Paz











